Días atrás, el padre Alejandro Puiggari, rector del Instituto Superior de Catequesis Argentino, brindó una charla titulada «Pistas del papa Francisco para una catequesis en salida y en clave de misericordia. En un clima ameno, y un gran sentido del humor, el padre Alejandro expresó numerosos conceptos para el trabajo de los agentes pastorales en la catequesis.
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Te compartimos algunas ideas fuerza de la charla:
«El Señor nos ofrece a los que somos parte de la Iglesia un lugar para transitar y caminar juntos. Hay que pasar de la autorreferencialidad, a la salida: es es la primer pista que les propongo. Somos ‘yoistas’, todo es cuestión de afectividad, el mundo es lo que yo conozco. Todo nos exige una salida, para salir tenemos que meternos adentro, es un tiempo de gran interioridad. Necesitamos una gran espiritualidad, interior verdadera, nuestro GPS es el Espíritu Santo. Si no tenemos encuentro con el Señor nuestra catequesis va al fracaso».
«El discipulado de Jesús nos desinstala, en el centro tiene que estar el kerigma, la Buena Noticia, incluso va a haber cosas que tenemos que cambiar. A veces nos damos el saludo de la paz, y después nos desentendemos del hermano. El kerigma que anunciamos, ¿no serán palabras vacías?».
«La cuarta pista «hacia el otro en el amor: Toda catequesis debe llevar al encuentro con el Amor. En el amor el límite es hasta el extremo de la libertad de otro. Somos catequistas al 100% en lo que hago, pro supuesto, respetando los tiempos para mi familia».
«La quinta pista: hacia las periferias culturales y existenciales. Uno de los problemas que tenemos es que suponemos cosas que el otro no tiene ni idea. Hay que incluir, y que el otro te ayude y te de pistas, sino estaremos con un lenguaje que el otro no capta. Cuando los dejas a ellos actuar, no sólo a los jóvenes, sino a los que no vienen de nuestro ambiente, la tienen tan clara, y ayudan tanto (periferias existenciales). ¿Nos gusta aprender de otros? Tenemos que hacer el esfuerzo de dejarnos enseñar, hay que cambiar el chip».
«Hacia el pueblo como pueblo, es la sexta pista: Qué bien nos hace cuando dejamos el rol de animador, el pueblo de Dios tiene pistas de hacia dónde tenemos que ir. Las soluciones no la tienen un grupito de expertos, hay que saber caminar con…».
«Séptima pista: La salida hacia un nuevo lenguaje. Buscar nuevos lenguajes significa recuperar los sentidos, lo que hemos oído, visto, tocado, eso es lo que anunciamos. La catequesis busca nuevas maneras…y no es preparar un sacramento, sino acompañar la vida.
Hunbo un tiempo en quela Iglesia decía cosas y todo cerraba. Este tiempo nos grita permanentemente ‘jaque mate’ y nos obliga a pensar. Hay cosas que al otro no le son indiferentes, que lo sepas escuchar, entender, que lo mires con atención que le compartas tu vida, y tu alegría. Que ese sea uno de los grandes desafíos de la catequesis, no enseñar, transmitir, sino contagiar y facilitar. Contagiar porque uno es portador de una Buena Noticia».
«La pista ocho: No tengamos miedo a los Golliat y a los Exilios: No podemos privarle al otro (en la catequesis) de hacer experiencias, hacerle rezar, hacerlo misionero, que se comprometa en la solidaridad; no le hables de la importancia de…sino permitile que haga la experiencia.
«La Pastoral del Barbecho: es la pista nueve. Animada por los hermanos que cuidan la herencia de los padres, la riqueza de las regiones que hacen posible la sinfonía del poliedro. El catequista pone derroche de amor y energía».
Más adelante el padre Alejandro resaltó «la diócesis de Mar del Plata tiene la capacidad de hacer procesos, que se fueron reciclando, y dando significatividad en el tiempo. Muchos curas fueron parte, y son procesos marcados por un profundo laicado. Por eso Mar del Plata tenía que ser subsede del ISCA, ustedes tienen raíces, que no son anclas que lo han frenado en el tiempo, eso es don y regalo».
Y finalmente pidió a los presentes: «no se asusten del tiempo presente, tomen estas pistas de Francisco. Esta es una diócesis que sabe caminar, juntos, sinodalmente, con otros, interdisciplinarmente, laicos, sacerdotes, anímense a formarse discipularmente, embebidos en la palabra de Dios, con el deseo de acompañar. No pierdan cotidianeidad, no se transformen en bichos que empiezan a estar en probetas especiales, porque así dejan de vivir y contagiar vida y lo peor que lo hacen en nombre del Dios de la Vida.
«Estos tiempos exigen una catequesis renovada, no la vamos a hacer solos, si saben hacer de los tiempos procesos y saben hacerlo por mucho tiempo. En el último día de la historia, habrá catequistas, los hubo en los primeros, vayan y enseñen, contagien, pero el catequista no es el centro. El catequista que se cree el centro, pobre infeliz, termina avinagrado y no lleva al Maestro», concluyó el padre Alejandro Puiggari quien cerró su charla con el gesto de poner la mano en el hombro del compañero de al lado, rezando un Padre Nuestro y generando así una gran cadena de personas unidas orando juntas.