SALUDOS DEL RECTOR POR LA CELEBRACIÓN DE PASCUA

SALUDOS DEL RECTOR POR LA CELEBRACIÓN DE PASCUA

“Él también vio y creyó” (Jn 20,8)

La celebración del Misterio Pascual es la ocasión favorable para que la fuerza de la resurrección del Señor nos renueve personal y comunitariamente. Desde aquella madrugada, en que las mujeres transmitieron la sorpresa del sepulcro vacío, Jesús no ha dejado de encontrarnos para suscitar en nosotros la fe y llamarlo a que lo sigamos.
El relato del Evangelio según san Juan que se proclama en la mañana del Domingo de Pascua nos invita a dar ese paso. En su visita al sepulcro el Evangelista sugiere, con un sutil cambio verbal, que la mirada creyente ha de percibir la realidad que se oculta a la mera evidencia empírica. En un primer momento nos hace vibrar con la expectativa de lo que puede haber sucedido, pero las primeras miradas sólo ven el hecho: el sepulcro está vacío y el cuerpo del Señor no está allí. Simón Pedro percibe también el modo extraño en que han quedado las mortajas casi sugiriendo la pregunta: ¿habrán sido tan prolijos los ladrones como para acomodar así el sudario? Finalmente, el “otro discípulo” -y aquí está el cambio del verbo- pudo “ver” con una mirada de profundidad, capaz de interpretar a la luz de la Palabra lo que había sucedido, por eso no sólo vio sino que también “creyó”.
Como enseña el Catecismo de la Iglesia, la Resurrección de Cristo es un acontecimiento histórico y trascendente (cf. CEC 639-644). Es decir, la evidencia histórica de los hechos es patente, no es un mito, Jesús murió y los testigos acreditan que se les apareció resucitado. Sin embargo, la resurrección trasciende el análisis meramente empírico y exige el salto de la fe.
Hoy la teología ha de dejarse interpelar profundamente. No puede reducirse a un saber humano más, sino que ha de dejarse provocar por la dimensión trascendente de los hechos. Una dimensión que no es “ajena ni lejana a la realidad que vivimos”, sino su más profunda verdad y sentido. Por su parte, la catequesis y la formación en general, deben agudizar sus recursos creativamente para que el anuncio pascual sea portador de la fuerza de la resurrección para que pueda suscitar el amor de Cristo. Ambas, la teología y la catequesis, por caminos complementarios han de estar a la altura de tocar el corazón de las personas de hoy, en su realidad concreta, para que puedan ver allí, precisamente, al Señor Resucitado. Sólo podremos descubrir la belleza oculta del Señor y sólo podremos interpretar adecuadamente la realidad si nos animamos a ver y a creer.
Que esta Pascua sea el tiempo oportuno para que también vos y yo, nosotros, como él, veamos y creamos. Como comunidad académica renovemos nuestra fe y experimentemos la alegría de haber visto al Señor y ser sus testigos.

Pbro. Dr. Luis Albóniga,
Rector EUT-Cedier

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